La diferencia entre Castrar y Capar un Caballo está en el Bienestar Animal
La castración de un caballo (vulgarmente llamada “capada”) es un procedimiento que puede obedecer a múltiples circunstancias y a veces se torna de absoluta necesidad. Lo importante es que siempre se realice de manera incruenta, es decir tomando todas las medidas para no causar dolor y donde prevalezca el BIENESTAR ANIMAL. Cada día los seres humanos tomamos mayor conciencia que los animales son seres que sienten y por eso hay leyes que los protegen y que sancionan el maltrato animal. Laboratorios Erma S. A. ofrece los medicamentos necesarios para realizar estos procedimientos sin causar dolor, la anestesia es fundamental para evitar el dolor en los animales. En algunas zonas se utilizaban prácticas crueles y se realizaban castraciones sin ningún tipo de anestésico, lo cual evidentemente se constituye en maltrato animal. Para evitar las posibles complicaciones y el manejo inadecuado de esta cirugía es recomendable solicitar la asesoría de un médico veterinario quién velará por realizar el procedimiento de la mejor manera y sobre todo pensando en el bienestar del animal.
El poeta antioqueño Benjamín Ángel Maya relata en su escrito costumbrista lo que puede sentir un caballo al ser sometido a esta práctica en condiciones crueles y se coloca en el lugar del animal para contarnos de manera coloquial todas las sensaciones y afectación que esto le puede causar a un caballo, los invitamos a leer este relato y sobre todo a tomar conciencia de lo importante que resulta para todos TRATAR BIEN A LOS ANIMALES.
CAPADA DE UN CABALLO CONTADA POR EL MISMO
BENJAMIN ANGEL MAYA(Oh que triste y amargo mi
penar cuando supe que me
iban a capar)
…………………………………………
«Cuando aquel de quien era prisionero
sal llevaba al potrero
mucho que me alegraba!
Pero jamás aquella sal probaba:
ni un grano me dejaba ese judío,
aunque era el potro compañero mío,
Razón porque viviera yo lanudo,
y el gordo y mofletudo
como cebado sacristán ocioso
donde veneran santo milagroso
…………………………………………………
Yo crecía y crecía” Hasta aquí Juan José
Botero en su historia de un bagaje, contada por el mismo.I
Mas, a pesar de todo, yo engordaba
y mi estampa viril aumentaba,
dejando casi muerto de la tusa
a mi socio con cara de lechuza,
cuatralbo, coleador, jactancioso,
angurriento,logrero, jactancioso,
mancoreto, tragón, medio cachorro,
petulante, trotón y bien pedorro.II
Oliendo aquí y allá, correteando,
triscando ansioso y anhelando
ser caballo bien ágil y contento,
yo lanzaba relinchos con aliento,
iba y venía al trote alebrestado,
o galopando, al paso repicado,
o ensayando posturas a porfía
en busca del amor con ardentía.III
De pronto sucedió ¿quién lo creyera?,
que al final de una gira mañanera
me tope de improviso unas potrancas,
de cuello erguido, de lustrosas ancas,
que pastaban contiguo a do yo estaba,
aunque un vallado feroz nos separaba,
ya que su dueño, un viejo montaraz,
no permitía las olieran por detrásIV
Tal suceso volviome medio loco
y enamorado relinchaba un poco
bien duro, que lo oyeran Ellas,
tan gustosas, tan ágiles, tan bellas,
tan esbeltas, tan lúcidas e inquietas,
tan brinconas, tan finas, tan coquetas,
tan cerreras, tan vírgenes y prietas,
tan ariscas, tan buenas y secretas.V
Mas, animado por las vitaminas
y repleto de fuerzas ultraequinas,
una mañana me salté el vallado
y en carrera veloz llegué a su lado,
sudoroso, retozón y alebrestado,
nervioso, tembloroso, apasionado
con algo muy largote y entiesado,
que me salió del cuerpo acalorado.VI
Con zalemas y piruetas cortesanas
me recibieron las apuestas damas.
Y yo, autorizado por aquellas gracias,
hice sobre Ellas tales acrobacias,
que casi me desmayo en el instante….
pues bajé débil, extenuado, agonizante,
con la verga trompona y chorreante
y un copioso sudor escalofriante.VII
Y sucedió que mi patrón, furioso,
por ese atrevimiento escandaloso,
mandó que me llevaran al corral,
que me tumbaran y me echaran sal
y me sacaron los derechos que tenía
a ser caballo de raza y lozanía,
pues siendo tan lascivo y descarado
merecía por siempre estar capado.VIII
Reunidos en torno a un bramadero,
con la soga más fuerte del vaquero
me amarraron las manos y las patas,
pasando por el cuello unas tirantas
que al recobrarlas con fiereza enorme
me convirtieron en surullo informe,
sin derecho siquiera al pataleo,
más sufriendo de orina un gotereo.IX
Provisto de un platón con Veterina,
de navaja, de aguja y piola fina,
llegó por fin el capador infame
y, sin piedad, siquiera sin hablarme
presumido, poniéndose en cuclillas,
comenzó a irrespetarme las criadillas,
con apretones, sin piedad alguna,
y haciéndolas brincar una por una.X
Y fue tan cruel el criminal antojo
que me dejaron descubierto un ojo
para que viera, sin perderme nada,
la triste operación de mi capada.
Dos cortadas finitas y largotas
dejaron la salida a mis pelotas,
envueltas entre fibras y tendones,
los cuales reventaban a tirones.XI
quedando el hijo de la mancoreta,
con un feo vacío entre la horqueta,
bañado en sangre, la pupila yerta,
angustioso pujido por la jeta,
desintegrado, la mirada incierta
y la viril estampa descompleta.
Ya no podría calar mi bayoneta,
ni mantener mis dos en la bolseta.XII
Lo fiero fue que el capador vergajo
terminó por tirarle lo que extrajo,
adherido, a membranas y tendones,
o sea lo que llamaban los cojones,
a una perra sarnosa, embarazada
que estaba vigilando la capada
En el aire los pedazos atrapaba
y en una exhalación se los tragaba.XIII
Y vino entonces aflicción completa;
el capullo me quedó como una olleta,
dejando muy adentro cierta cosa….
que en antes se salia victoriosa..,
creció miedosamente la hinchazón
y en la herido resultome comezón,
quizá porque vaqueros inhumanos
propiciaron la entrada a los gusanos,XIV
Para sacarlos embutiendo un dedo.
¡oh dolor!, pujaba y me tiraba un pedo,
Con remedios y curas a porfía
que me hacían bien duro cada día,
se fue calmando mi penar tremendo
y otra persona yo me fuí volviendo,
pues me quedó relincho aflautado
y el caminar un tanto amanerado…XV
Me gustaron los machos, no las yeguas,
y decidido, sin temor a menguas,
mordía los primeros en las ancas
en vez de acariciar a las potrancas.
¿Qué dirían tan lúcidas y tiernas
al notar el vacío entre mis piernas?
¿Y qué burlas me haría el compañero
si veía, por Dios, que no era entero?XVI
Ni elegancias, ni guiños repelentes,
ni tampoco fiereza de los dientes,
ni cuello grueso, ni elegante alzada
me quedaron después de esa capada,
Por ello, amargado con el tal avieso
y ya resuelto a no pensar en eso,
cacorro me volví ¿quién lo creyera?
con todo lo berraco que yo era.XVII
Y qué otro camino me quedaba
sí pena tan amarga me agobiaba?
Tal vez pedir al cielo soberano
se le secara íntegra la mano
al hijueputa de moral tan baja
que opto por aplicarme la navaja
y por echarme sal en el zurrón
para que fuera intenso mi dolor.XVIII
Yo hasta pudiera convenir con eso
sí enlazaran al potro del pescuezo
para hacerle maldad tan atrevida
antes de darse cuenta de la vida,
y no luego de iniciarse con ardor
en los goces supremos del amor.
No es lo mismo ser ciego de nación
que habiendo disfrutado de Visión.XIX
Parece inexplicable la crueldad
de ir capando a los de cierta edad,
pues resulta, al cogerles el atao,
que una pelota dizque no ha bajao,
lo que indica aplazar la operación
hasta que estén las dos en el bolsón,
¿Quién hubiera sabido tal rareza
para esconderlas bien en la cabeza?XX
Perdonadme lo rudo del lenguaje
al contar la succión de mi equipaje;
hay que ponerse en el estado de uno
y pensar en el verbo caballuno
tan escaso de frase iluminada
para contar en verso esa capada
que me dejó amargura de por vida
a causa de esa gente malparida…XXI
¡Oh ! el bello padre altivo y arrogante….
los retosos de amor…y aquel instante…
con las potras coquetas del vallado
en las cuales monté tranqui parado…
ansioso de romperles el virgado
con fuerza de salir al otro lado,
así quedara todo encalambrado,
pero jamás, por Dios, seximediado.XXII
Y aquí le pido con respeto entero
al gran poeta Juan José Botero,
quien andará de gancho con Gregorio,
librados ya del fiero purgatorio,
disculpe intromisión tan descarada
de meterle a su historia una capada,
lo hice por ser escandaloso registrar
un caballo andariego sin castrar.XXIII
Y más habiendo sido de alquiler,
sirviendo de bagaje a una mujer,
o en la casa de un cura reverendo,
o una recua de mulas conduciendo.
Por calles y caminos no es decente
andar con el mercado tan pendiente;
con ello se corrompe al inocente
y se infunde malicia a mucha gente.XXIV
Y a los nobles amigos de la silla,
si acaso les gustó mi croniquilla,
les aconsejo con cariño cierto
que mantengan el ojo muy abierto
y no echen sus yeguas en potrero
donde pueda pastar táparo entero,
que las logre preñar de madrugada,
para luego ganarse una capada.
Para constancia de la historia ruin
firmada va por Ángel Maya Benjamín
(En lugar de estar testiculado quedé por siempre mutilado)