Proceso inflamatorio en animales: ¿qué debemos saber en medicina veterinaria?
El proceso inflamatorio es un mecanismo del sistema inmune de los animales para proteger y reparar los tejidos frente a eventos lesivos o microorganismos. ¿Qué consideraciones deben tener los profesionales en medicina veterinaria?
¿Cómo funciona el proceso inflamatorio en los animales?
La inflamación es una respuesta fisiológica clave de los animales frente a lesiones, infecciones u otros factores dañinos que pueden afectar los tejidos. El proceso inflamatorio tiene como objetivo proteger y reparar dichos tejidos afectados, eliminar el agente causante del daño e iniciar la cicatrización. Aunque es un proceso vital para la salud de los animales, la inflamación puede descontrolarse o desarrollarse de forma crónica o severa lo cual resulta perjudicial.
Para que el veterinario pueda intervenir y mantener condiciones de salud, debe conocer las fases, características y medicamentos que intervienen en el proceso inflamatorio de las mascotas y los animales de producción.
La inmunidad: un complejo sistema de defensa
De forma general, se ha reconocido que el sistema inmune tiene dos funciones principales: 1) inducir una respuesta efectiva y protectora frente a agentes extraños de origen infeccioso o no infeccioso y, 2) evitar atacar antígenos propios del cuerpo usando mecanismos reguladores.
En el primer caso, la respuesta inmunitaria inicia con el reconocimiento de los antígenos, que son sustancias que se desprenden de los agentes externos o propios, por ejemplo, de bacterias, virus, polvo, polen o proteínas. Para lograr esto, existe el sistema inmune innato, el cual cuenta con una primera línea de defensa asociado a barreras físicas y químicas en los tejidos, y otra línea de defensa compuesta por células fagocíticas.
Las células leucocitarias, como los macrófagos o los neutrófilos, tienen la característica de generar citocinas, las cuales son moléculas que pueden: atraer otras células inmunes, producir fiebre, reparar tejidos y aumentar la respuesta inflamatoria.
El sistema inmune innato de los animales puede responder de forma potente y rápida frente a los agentes potencialmente dañinos. Sin embargo, no puede generar una respuesta a largo plazo, por lo cual existe el sistema inmune específico o inmunidad adquirida. Este sistema se caracteriza por la respuesta a través de células linfocitarias o anticuerpos que controlan los agentes infecciosos o no infecciosos.
En general, el sistema inmune se caracteriza por tener una compleja y vasta interacción de factores moleculares, celulares y de los tejidos simultáneamente para protegerse de potenciales daños.
Fases del proceso inflamatorio: un concepto clave
Una vez un agente potencialmente dañino de origen infeccioso o no infeccioso ingresa al organismo, se puede activar el proceso inflamatorio. Este mecanismo consta de tres fases principales relacionadas al tiempo: aguda, subaguda y crónica.
Fase aguda o inicial
La fase aguda es la primera respuesta del cuerpo ante una lesión o invasión patógena. Durante esta, los vasos sanguíneos en el área afectada se dilatan, lo que aumenta el flujo sanguíneo y permite la llegada de células del sistema inmune. Al mismo tiempo, se incrementa la permeabilidad de los vasos, lo que facilita la salida de líquidos y proteínas hacia el tejido dañado.
Esta serie de reacciones provocan los signos clásicos de inflamación: rubor, calor, tumor o hinchazón, dolor y pérdida de la función.
El propósito de esta fase es aislar al agente dañino, eliminarlo e iniciar la reparación del tejido afectado. Sin embargo, si la causa del daño persiste o si la inflamación es excesiva, se puede generar daño adicional. Por este motivo, deben conocerse medicamentos que puedan intervenir y disminuir la probabilidad de daño por una inflamación exacerbada.
Fase subaguda o proliferativa
En esta fase, el sistema inmune comienza a reparar el tejido dañado. Las células especializadas en la regeneración, como los fibroblastos, se activan y comienzan a producir colágeno. Esta es una proteína estructural clave para la cicatrización. En la fase proliferativa también se forman nuevos vasos sanguíneos en un proceso llamado angiogénesis, lo que permite un mayor suministro de nutrientes y oxígeno al tejido en reparación.
La fase subaguda marca la transición entre la respuesta inflamatoria inicial y el proceso de cicatrización. Aunque la inflamación puede disminuir en este punto, las células inmunitarias aún están presentes para asegurar que el agente agresor haya sido eliminado por completo.
Fase crónica o de resolución
Cuando la inflamación no se resuelve adecuadamente o el agente causante persiste, el proceso puede volverse crónico. En la inflamación crónica, los macrófagos juegan un papel crucial, aunque su actividad prolongada puede llevar a la destrucción del tejido sano. Esto puede dar lugar a fibrosis, donde el tejido normal es reemplazado por tejido cicatricial, afectando la función del órgano o área afectada de forma permanente.
La fase crónica no es deseable, ya que puede provocar enfermedades degenerativas, como la artritis reumatoide o la fibrosis hepática, en las que el tejido afectado no puede recuperar su función original.
Características y mediadores de la Inflamación
Las características clínicas de la inflamación son visibles y fáciles de identificar. De hecho, han sido descritas desde la antigüedad y permanecen vigentes. Los cinco signos principales son:
- Rubor (enrojecimiento): se debe a la vasodilatación que permite un mayor flujo de sangre al área afectada.
- Calor: el aumento de la temperatura local es el resultado del incremento del flujo sanguíneo y la actividad celular en la zona.
- Tumor (hinchazón): la extravasación de líquido desde los vasos sanguíneos hacia el tejido causa la hinchazón.
- Dolor: los mediadores inflamatorios como las prostaglandinas estimulan los receptores nerviosos, causando dolor.
- Pérdida de función: la acumulación de líquido, la inflamación de las células y el dolor pueden limitar la función del tejido afectado.
Por otro lado, en la cascada inflamatoria hay una serie de eventos bioquímicos que comienzan tras una lesión o infección y que llevan a la inflamación. Los principales mediadores de esta cascada incluyen:
- Histamina: es liberada por células inmunitarias como los mastocitos, provoca la dilatación de los vasos sanguíneos y el aumento de su permeabilidad.
- Prostaglandinas: son derivadas de los ácidos grasos de la membrana celular, inducen dolor y fiebre y regulan la respuesta inflamatoria.
- Leucotrienos: son producidos por los leucocitos, ayudan a atraer otras células inmunitarias al área afectada, aumentando la inflamación.
- Citocinas: estas proteínas, como el factor de necrosis tumoral (TNF) e interleucinas, coordinan la respuesta del sistema inmune y perpetúan la inflamación.
¿Qué medicamentos pueden bloquear el proceso inflamatorio?
En la práctica veterinaria se pueden utilizar medicamentos para evitar que el proceso inflamatorio no se vuelva dañino. Por ello, se utilizan en procedimientos quirúrgicos, traumas, infecciones, entre otros, ya que bloquean distintos puntos de la cascada inflamatoria. Los tres principales grupos de medicamentos antiinflamatorios son:
Antiinflamatorios No Esteroideos (AINEs)
Los AINEs como el meloxicam inhiben la acción de la enzima ciclooxigenasa (COX), que es responsable de la síntesis de prostaglandinas. Al bloquear esta enzima, se reduce la producción de prostaglandinas lo que disminuye el dolor, la fiebre y la inflamación. Existen dos tipos de ciclooxigenasas:
- COX-1: actúa en la producción de moco y protección de la pared gástrica y la función renal. Los AINEs que inhiben COX-1 pueden causar efectos secundarios como úlceras gástricas.
- COX-2: está involucrada principalmente en la respuesta inflamatoria. Los inhibidores selectivos de COX-2 son más específicos y tienen menos efectos secundarios gastrointestinales.
Corticosteroides
Los corticosteroides, como la prednisona y la dexametasona, son medicamentos potentes que inhiben múltiples etapas del proceso inflamatorio. Actúan principalmente al bloquear la producción de mediadores inflamatorios como las citocinas y las prostaglandinas desde fases tempranas. Al hacerlo, reducen tanto la inflamación aguda como crónica.
Sin embargo, su uso a largo plazo puede tener efectos secundarios importantes, como la supresión del sistema inmunológico, osteoporosis y aumento de peso. Por lo tanto, su administración suele estar reservada para casos de inflamación severa o crónica que no responden a otros tratamientos.
Inmunomoduladores
Los inmunomoduladores son medicamentos que modifican la respuesta del sistema inmune. Algunos, como los inhibidores del TNF (factor de necrosis tumoral), se usan para tratar enfermedades inflamatorias crónicas, como la artritis reumatoide y la enfermedad inflamatoria intestinal. Estos fármacos bloquean la acción de citocinas proinflamatorias clave, reduciendo así la inflamación crónica y los daños asociados.
Conclusiones
La inflamación es un proceso fisiológico esencial para la protección y reparación de los tejidos frente a agentes infecciosos o no infecciosos que pueden lesionar los tejidos. Sin embargo, un proceso inflamatorio exagerado puede volverse perjudicial si no se controla adecuadamente.
Los medicamentos antiinflamatorios, como los AINEs, corticosteroides e inmunomoduladores, juegan un papel fundamental en el control de la inflamación al bloquear diferentes partes de la cascada inflamatoria. De esta manera, estos fármacos son de gran utilidad en la práctica veterinaria.
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Referencias
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- Tizard, I. R. (2018). Inmunología veterinaria. Elsevier Health Sciences.
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OMAR A. LOPEZ RAMIREZ, MV – Universidad Nacional de Colombia
Gerente de Mercadeo – Laboratorios ERMA